La llegada de la Pandemia ha inducido múltiples cambios en nuestras vidas. La fase de contacto con el Covid 19 nos llevó al confinamiento; todo cambió de inmediato… dos meses después, se lleva a cabo la desescalada por fases y por áreas geográficas.
El deporte aficionado y más aún el profesional se han visto muy afectados. Se han cerrado las instalaciones, se han finalizado ligas y competiciones, buscando así acabar con la pandemia. El fútbol profesional ha propuesto finalizar la competición con el máximo control y seguridad para sus integrantes. El próximo mes, si todo marcha como es previsible, tendremos fútbol con campos vacíos. También el tenis organiza su vuelta y jugadores y técnicos se preparan para competir.
Tras el parón Covid todos tienen que reactivarse y volver a conseguir su nivel físico adecuado. Parten casi de cero y buscarán su adaptación al máximo esfuerzo. Para ello necesitarán realizar una pretemporada dentro de la temporada. Sin duda esta es una nueva situación a la que clubs y jugadores deberán enfrentarse. Repasemos su significado.
Antes de empezar, y siguiendo los actuales protocolos de seguridad contra el Covid, todos los deportistas y profesionales de su entorno habrán sido sometidos a evaluación de PCR, IGG, e IGM para averiguar si son positivos, si están en contacto con el virus o si ya están inmunizados.
Una mala gestión del plan a seguir para la recuperación será la causa de muchos problemas físicos a lo largo de la competición. El objetivo es la adaptación al esfuerzo límite y, para llegar a esta situación, todos los integrantes del equipo deben someterse a las rutinas de desarrollo físico y técnico. Suele darse una concentración en un lugar aislado, en el que el jugador vive durante 10 o 12 días, inmerso en un plan de trabajo físico duro y muy intenso. Las sesiones de entrenamiento se realizan mañanas y tardes, mezclando la carga de trabajo, el desarrollo individual y colectivo con la convivencia. Es una experiencia bonita de vivir como invitado o como técnico, pero seguro que los deportistas opinan de otro modo. Ellos saben que ese trabajo bien hecho es la garantía para realizar una buena competición.
La coordinación de todos los integrantes del grupo es imprescindible. Todo está perfectamente diseñado… sesiones de mañana y tarde, ejercicio individual, ejercicio colectivo, relajación, descanso y ocio, con horarios estrictos, se mezclan con trabajo técnico y charlas. Todo este esquema de actividad se ajusta individualmente a cada jugador, adecuando un trabajo a la medida, que evite riesgos de lesión; pero la suma de cargas se acumula cada jornada.
Con cada grupo o cada jugador que se prepara trabajan los técnicos, preparadores físicos, recuperadores, fisioterapeutas, nutricionista, médicos y utileros. Todos funcionan en equipo en busca de un mismo objetivo… conseguir el máximo nivel individual y colectivo antes de iniciar la competición.
Se trabaja cerca del límite, cuidando con detalle la protección del jugador. En esta situación, es difícil regular los esfuerzos y controlar las cargas de trabajo… la lesión en ocasiones aparece. Sus consecuencias son siempre negativas… hay que parar y todo el trabajo se pierde… hay que volver a empezar…
Según mi experiencia, la mayoría de las lesiones giran alrededor de las contracturas y lesiones musculares, tendinitis, artralgias y mucho cuidado con los pies. Ampollas, rozaduras y trastornos en las uñas están en el guion y requieren una máxima atención, pues no te dejan entrenar, perdiendo así la progresión del colectivo.
Tras 10 semanas de parada y confinamiento, el jugador debe reiniciar su preparación específica, con un tiempo marcado para esta atípica pretemporada.
En este período nadie se para ni se controla. Todo se lleva al límite y, con esa acumulación de trabajo intenso, no es infrecuente la aparición de sobrecargas y después la lesión. El cuerpo continuamente te habla, va mandándote señales estableciendo un diálogo con el deportista. Este diálogo debe ser interpretado individualmente… ¿Puedo seguir? ¿Tengo que parar? Casi siempre será el músculo, quien con el cansancio propio del trabajo lo inicie. Pasaremos en corto tiempo por las agujetas, la contractura y, al final, si no interpretas bien, la lesión.
Todos los jugadores que trato en estos periodos habían recibido señales de alguna zona que le alertaban de que algo no iba bien. El aviso llega en forma de dolor relacionado con alguna actividad mecánica. Los grupos musculares más potentes y los tendones más fuertes son los primeros en llamar la atención. El trabajo diario y las sesiones siguen sumándose y el jugador, más o menos mermado, continúa sometido a sus rutinas y le cuesta parar. Cuando hay grupos, la competitividad es muy alta y es fácil no regular los esfuerzos y romperse. En el tiempo de descanso se trabaja con la relajación, el masaje, termoterapia, alimentación y el trabajo individual… pero aun así en ocasiones no se puede evitar el daño; aparece el dolor y todo se viene abajo. En esta etapa post-Covid 19 todo será igual pero a la vez distinto. Ya he visto dos músculos rotos y la competición está cercana.
Seguiremos aprendiendo y viviendo nuevas experiencias de la pretemporada dentro de la temporada.

Pretemporada Covid-19
Dr. José María Abad Morenilla