Por: Lucía Jiménez A.
Cuando Naomi Osaka decidió retirarse de Roland Garros tras la polémica generada por negarse a comparecer ante los medios tras el partido de primera ronda, mucha gente quedó atónita. Osaka fue juzgada y criticada, pero sabía lo que estaba en juego, y se protegió. La tenista ex número 1 del mundo habló públicamente de sus problemas de ansiedad y depresión, y cómo la exposición a los medios la sitúa en una posición de estrés tal que se ve afectada a nivel personal y profesional.
El 27 de julio de 2021 la gimnasta estadounidense Simone Bales, ganadora de 19 medallas de oro en mundiales y considerada la mejor gimnasta norteamericana de todos los tiempos, emite un comunicado en el que declara que no participará en la modalidad de equipos y hace pública la fuerte presión que viene sufriendo en los últimos meses, así como las dificultades que está encontrando para gestionar la tensión de los últimos años. Recordemos que Bales practica gimnasia desde que tiene 6 años, a los 14 ya era considerada promesa de su país, y con el paso de los años se vería inmersa en el escándalo del que han sido víctimas gran parte de las componentes de la selección femenina de gimnasia deportiva, por los abusos sexuales llevados a cabo durante años por parte del médico de la selección, Larry Nassar. Si nos remontamos a las circunstancias, la retirada de Bales tanto como la de Osaka dejan de ser un mero capricho o decisiones precipitadas, y empezamos a vislumbrar la trascendencia de sus acciones.
Lamentablemente, otros/as no pudieron parar a tiempo, como la esquiadora Blanca Fernández Ochoa, el ciclista “Chava” Jiménez, el saltador de longitud Yago Lamela o el carismático capitán de la selección española de waterpolo -Jesús Rollán-, quienes sufrieron en silencio durante años.
Afortunadamente la salud mental está dejando de ser un tabú y cada vez se habla más abiertamente de las dificultades por las que puede atravesar un/a deportista independientemente del éxito deportivo alcanzado. Numerosos son los ejemplos que están abriendo una puerta que no hace sino permitirnos mejorar y progresar a nivel deportivo y humano: Kevin Love, jugador de la NBA, habló de sus ataques de pánico en plena competición; Iniesta declaró los episodios de depresión sufridos tras ganar el triplete con el Barca en 2009; Paula Badosa comentó sus dificultades de ansiedad y depresión tras ganar RG Junior y proclamarse promesa del tenis mundial. El nadador Michael Phelps, el gimnasta Gervasio Deferr, la jugadora profesional de la WNBA Julie Allemand, el futbolista André Gomes, o el tenista Benoit Paire son ejemplos de deportistas que, de una u otra forma, han hablado de sus dificultades y la importancia de cuidarse a nivel mental dada la fuerte presión y exposición a la que se ven sometidos/as… Y tantos y tantos ejemplos que aún quedan en la sombra.
Quizá, si a nivel social estuviésemos concienciados acerca de las graves consecuencias en las que puede derivar una dificultad en salud mental, Osaka y Bales no deberían haberse visto ni siquiera obligadas a tomar la decisión por sí mismas o a dar explicaciones.
Desde Bepro nos movilizamos y defendemos la salud mental como responsabilidad social y del entorno del deportista. No son medallas ni trofeos los que están en juego, sino la vida.