Este tipo de lesión es muy común en deportes como el fútbol o el baloncesto. Existen dos tipos de tratamiento: el conservador y el quirúrgico. 

El escafoides es un hueso situado en la mano. Ocupa un espacio en la primera fila del carpo y tiene una forma similar a una habichuela. Es pequeño y con una dura corteza que lo hacen muy fuerte. Se encuentra en la muñeca y se articula con la cara articular del radio distal y con el trapecio y el trapezoide que están situados en la segunda hilera. Forma parte del primer eje de la mano, que participa los movimientos del pulgar y al mismo tiempo con todos los posibles de la muñeca.

 

Aunque es un elemento duro y fuerte, es muy común que sufra lesiones importantes. Esto es debido al gran numero de traumatismos violentos que sufre la muñeca. Las caídas contra el suelo (con apoyo de la muñeca en extensión) hacen que el escafoides quede con frecuencia lesionado. Y en deportes como el fútbol, el baloncesto, o el balonmano entre otros, se producen muchas situaciones así. El deportista sale desprendido y choca contra el suelo. Para intentar evitar la caída, o reducir los efectos de la misma suele valerse de las manos. Una circunstancia que castiga en exceso a las muñecas, y en particular al escafoides.

Caída sobre el suelo con la muñeca extendida.

Normalmente nos podemos encontrar tres tipos de lesiones de escafoides: la fractura, la fractura con lesión ligamentosa hasta la luxación y las contusiones sin daño óseo ni ligamentoso.

Radiografia de fractura de escafoides

Vamos a centrar el estudio de hoy en las fracturas. Así conseguiremos apreciar con más detalles cómo se lesiona este hueso. También nos permitirá conocer el desarrollo del daño y su comportamiento en el mundo del deporte. Y por último, describiremos la la forma de enfrentarnos con ellas, hasta conseguir una recuperación óptima, para poder así desarrollar el máximo de nuestras capacidades tras la lesión.

Diagnóstico de la lesión

Es importante analizar las circunstancias que coinciden con la aparición de la lesión. La caída sobre la mano en flexión dorsal apoyada en el suelo, sumada a la velocidad, concluye en la lesión al actuar el radio como un ariete, golpeando al escafoides y pudiendo de este modo llegar a fracturarlo.

Los síntomas principales son el dolor articular (más acusado en el área radial del carpo con la sensación de tensión articular por el hematoma consiguiente).
 Se podrá apreciar dolor al palpar la articulación y se verá una inflamación articular que causará una pérdida de movilidad.

Localización del escafoides en el dorso de la mano.

El diagnóstico con imágenes completará el estudio e identificará de forma definitiva la fractura. Hay ocasiones en las que el hueso puede haberse lesionado pero no hay una confirmación radiológica que lo evidencie. Por ese motivo, deberemos actuar con un tratamiento como si esta lesión se hubiera producido. Tras dos o tres semanas tendremos que repetir el proceso y realizar una nueva radiografía que pondrá de manifiesto la fractura y localizará la lesión que pensábamos que existía.

Actualmente con la utilización de la tomografía axial y de la resonancia magnética conseguiremos tener diagnósticos concretos de la lesión de escafoides. La tomografía axial mostrará de una forma objetiva el daño sufrido en la zona. Por su parte, la resonancia magnética completará el estudio y nos dará imágenes de los procesos traumáticos (puede ser también visible la fractura). Mostrara toda la fenomenología inflamatoria que nos dará la evidencia que estamos ante un proceso agudo.

Las distintas áreas donde asienta esta lesión son en su polo o tercio proximal. Es decir, en la parte media en la zona del cuerpo y en su extremo más distal. También pueden clasificarse según la dirección de su trazo como transversales y oblicuas. Todas marcan un significado especial a la lesión siendo importante su localización y su trazo para decidir cómo actuar.

 

Formas de tratamiento

Se considerarán dos tipos de tratamientos. Uno conservador, en el que reducimos el movimiento del escamondes. En este planteamiento aplicaremos algún dispositivo de inmovilización, que mantendremos durante tiempo medio de unas seis semanas. Este tratamiento exige tiempo y controles radiológicos periódicos, para confirmar la buena evolución y estabilidad de la fractura, hasta conseguir la consolidación de la misma.

Otro será el quirúrgico. Se llevará a cabo en los casos en los que exista desplazamiento o lesiones asociadas como las ligamentosas. Consiste en reducir correctamente la fractura y fijarla con la mayor solidez con algún dispositivo de fijación empleando tornillos o agujas en el interior del el hueso.

Estos procedimientos aunque son más agresivos permiten acortar los tiempos e iniciar  una terapia de movilización precoz para evitar rigideces en carpo y dedos. Los tiempos de consolidación del escafoides son iguales en ambas técnicas, pero sin duda la fijación permite recuperar las capacidades funcionales antes. Podremos por tal hecho iniciar de nuevo y con menor inversión de tiempo nuestra actividad habitual.

En todos los casos se completará el tratamiento con fisioterapia, que buscará ganar la posible movilidad perdida tras el periodo de inmovilización que se haya planteado. Se asociaran todo tipo de técnicas que propongan disminuir el edema, la inflamación y el dolor articular. Durante todo el tiempo de seguimiento de cada proceso se realizarán normalmente los correspondientes estudios de imagen, realizando radiografías convencionales a partir de las tres semanas, con un periodo de control de al menos tres meses. Con el paso del tiempo se podrá poner en evidencia la consolidación de la fractura hasta concluir con la misma,  permitiendo  al paciente paciente iniciar sus actividades habituales.

Es interesante reseñar que la evolución del escafoides en ocasiones es del todo caprichosa tardando en conseguir la consolidación.  Recordemos que si esta no ha sido puesta en evidencia entre los cuatro y los seis meses hablaremos de retardo de consolidación. En caso de seguir ausente pasado este tiempo hablaremos de pseudoartrosis o ausencia de la misma. Tanto en el primer caso como en el segundo se tomarán las medidas terapéuticas necesarias para poder revertir esta poco deseable situación.

Bueno amigos, con este texto creo que podéis avanzar en el conocimiento básico de esta tan peculiar lesión. Os traeré algún caso para que podáis comprender cómo es el comportamiento real y cómo lo vive el deportista. Un abrazo para todos y os espero, como siempre, en la consulta 8.